LAS TRANSFORMACIONES SOCIODEMOGRÁFICAS Y LA VULNERABILIDAD EN LOS PROCESOS DE LARGA DURACIÓN

THE TRANSFORMATIONS SOCIODEMOGRÁFICAS AND THE VULNERABILITY IN THE PROCESSES OF LONG DURATION

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Los procesos de cambio demográfico

a. La transición demográfica

Las transformaciones demográficas observadas en los países desarrollados estuvieron vinculadas a las transformaciones económicas y al desarrollo de los cambios del nivel de vida de la población. Ese proceso conocido como transición demográfica consistió en el paso de altas tasas de natalidad y mortalidad a niveles muy bajos de ambos. (Chackiel, 2004)

Generalmente, para describir las características básicas de la dinámica de la población, se utiliza ese concepto de transición demográfica. Dicho proceso, que nace de lo ocurrido en los cambios demográficos de los países europeos (como resultado de las transformaciones económicas y sociales después de la Revolución industrial) permite ubicar a los países en cuatro etapas de la transición. Esas etapas se diferencian por los valores de las tasas de natalidad y mortalidad mostradas a través de los años con ciertas características de índole social y espacial. (Rivadeneira, 2000, 22)

América Latina experimentó en mayor o menor medida ese paso –aunque le tomó menos tiempo- observándose diferencias muy notables en los distintos países (países en proceso incipiente o en estado avanzado). El mismo está relacionado con el crecimiento económico, las transformaciones sociales y la incorporación de tecnología ya disponible; acontecimiento que a los países más avanzados les llevó mucho más tiempo generarlos.

Las etapas de la transición demográfica se vinculan con los diferentes ritmos del crecimiento natural (que determinan su velocidad), con las distintas estructuras de edades (que inciden en la demanda de viviendas y en la cantidad de hogares), con los niveles de distribución urbano-rural de la población (que repercuten en la provisión de servicios y tenencia de la tierra).

El descenso de la mortalidad general e infantil se vincula con la mejoría del saneamiento de las viviendas. La disminución de la fecundidad se debe a las modificaciones del modelo de familia, a los cambios de la estructura de edades y a las nuevas pautas de comportamiento reproductivo. Además la transición demográfica está asociada a la transición urbana (aumento de la urbanización y cambios en los patrones de desplazamiento territorial) que en definitiva son indicadores de la magnitud de los requerimientos socioeconómicos.

Existen numerosos estudios sobre la transición demográfica que explican las características particulares del proceso que comprende la modificación de cuatro riesgos: la mortalidad, la fecundidad, la estructura etaria y la dependencia. El descenso de los dos primeros compromete directamente a los individuos y es indicativo de mejores condiciones de salud y de capital humano, mientras que los otros dos se refieren a la sociedad en su conjunto. En la estructura por edades de la población se observa un marcado rejuvenecimiento, seguido de un abultamiento de las edades intermedias, para luego finalizar con un acrecentamiento de la población mayor. En relación con este comportamiento, el proceso de transición en las distintas regiones, difiere en el momento de inicio, en la velocidad en que se producen los cambios, en los valores de los índices y en la incidencia de las variables conexas. (CEPAL, 2002)

La primera etapa, de transición incipiente, se caracteriza por condiciones de pobreza con población predominantemente rural, deficiente acceso a los servicios sociales; con tasas de crecimiento natural del 2.5%, índices de natalidad y mortalidad elevados y sostenidos y una alta proporción de niños y jóvenes. (Rivadeneira, 2000)

En una segunda etapa, de transición moderada, si bien diminuye la mortalidad con un rejuvenecimiento de la población y un aumento de los índices de dependencia, no se logró la misma conducta en la mayoría de la población rural y en aquellos segmentos sociales en situación de pobreza. Como resultado de una mortalidad en descenso y una natalidad elevada y sostenida se registran tasas de crecimiento natural cercanas al 3% anual. Dado el importante volumen de población infantil y juvenil con respecto a la población total, es probable que se siga manifestando una natalidad elevada.

En la etapa de plena transición se registra un predominio urbano, una natalidad en descenso y una mortalidad que disminuyó considerablemente debido a su joven estructura etaria y a las campañas de salud realizadas. El crecimiento medio natural de estos países es cercano al 2% anual.

Por último se proyecta la etapa de transición avanzada con un alto grado de urbanización, con tasas de crecimiento natural anual del orden del 1%, natalidad baja y mortalidad moderada o baja. Algunas áreas se caracterizan por una importante proporción de población anciana, como producto del descenso en los niveles de fecundidad.

En América Latina, comenzó a descender la mortalidad con mayor intensidad desde 1930, y se afianza con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial. La región alcanzó una eo promedio de 52 años y una tasa de mortalidad infantil de 127 por mil a mediados del siglo XX. En las décadas siguientes se logró un descenso mayor, superando una eo de 60 años (1970) y de 70 años (2000) con una tasa de mortalidad infantil de 36 por mil. (Chackiel - Schkolnik, 2003)

El descenso de la fecundidad fue posterior. A mediados del siglo fue de 6 hijos por mujer con tendencia ascendente por efectos del descenso de la mortalidad que exponía a la mujer a quedar embarazada a edades más avanzadas, además de la mejora en las condiciones de salud. Recién a partir de 1960 se produce un cambio, llegando en la actualidad a 2,7 hijos por mujer. Ese cambio es la respuesta a la revolución anticonceptiva que dio comienzo en Europa con resultado de bajas, incluso por debajo de los niveles de reemplazo.

El avance de la transición demográfica reduce riesgos cruciales, pues amplia el horizonte vital de las personas y su grado de control sobre la reproducción; además, a mediano plazo genera el denominado “bono demográfico” u “oportunidad demográfica” que implica el cambio en los índices de dependencia hacia una menor proporción entre la población activa y la inactiva. De esa manera se espera que haya una reducción de las personas en edad no laboral, lo que implicaría mayor fuerza de trabajo, generación de ahorros, mejoras en la inversión y mayor ingreso per capita. (Busso, 2002)

La rápida transición demográfica que se experimentó en los países en vías de desarrollo, modifica el perfil que adquieren los riesgos. Desde mediados del siglo XX se produjo el descenso de la fecundidad y de la mortalidad, se debilitó el movimiento natural de la población y estrechó la base de la pirámide, marcando una disminución del número de niños en los hogares, es decir aumentó el control sobre la salud y la reproducción de las personas, quedando atrás las amenazas de un elevado crecimiento y de una población juvenil altamente vulnerable. Este proceso se extiende en todas las clases sociales y en todas las regiones, aunque se observa un rezago del proceso en algunos países con menor capacidad de respuesta para su materialización o con poca capacidad para adaptarse a los riesgos sociodemográficos, exhibiendo sesgos de género y generación. Por lo tanto el rezago transicional puede aumentar la vulnerabilidad de los hogares y las personas, de allí que en su avance se pueden reducir los riesgos. No obstante, esta conclusión puede ser matizada por tres razones: a) el avance de la transición no atenúa todos los riesgos (maternidad adolescente) y emergen otros (envejecimiento), b) existen riesgos sociodemográficos que dependen de la transición urbana y de la segunda transición, c) el desarrollo de la misma no asegura la disminución de la vulnerabilidad social, pues existen numerosos riesgos que escapan de la esfera demográfica, como así tampoco garantiza el logro de aspiraciones sociales y económicas de las personas.

El tema de la maternidad adolescente tiene consecuencias adversas para las involucradas, pues ellas se ven en la necesidad de asumir roles e improvisar decisiones para los cuales no están preparadas, todo lo cual resulta desventajoso para la estabilidad familiar y la crianza de los hijos. Además la sociedad sufre la salida del sistema educativo de los recursos humanos que aún están en pleno proceso de formación. Esa reproducción temprana es un riesgo relevante en numerosas áreas y obedece a patrones de conducta y normas socioculturales que implican distintas condiciones de vulnerabilidad y es un componente demográfico de la pobreza que implica un cuadro de vulnerabilidad, pues afecta a los que poseen menor capacidad de respuesta y defensa.

La transición demográfica genera nuevos riesgos que modifican la estructura por edad de la población: la oscilación de las cohortes y el proceso de envejecimiento. El primero se origina en las variaciones del número de nacimientos que cambian el tamaño de los grupos de edades a medida que las cohortes avanzan en su ciclo vital. Es así que el descenso acelerado de la fecundidad causa grandes fluctuaciones en el tamaño de las mismas, especialmente cuando el descenso es irregular. Los riesgos que ello trae aparejado afectan a todas las comunidades que están en proceso de transición demográfica. El segundo riesgo es el envejecimiento cuyas consecuencias adversas se hacen sentir sobre las variables económicas, las finanzas, el perfil epidemiológico y la estructura social. Este último proceso está en marcha en muchas regiones y muestra el aumento de la proporción y el volumen del grupo de población de 60 años y más. Aunque el envejecimiento cronológico es un riesgo inevitable, el demográfico puede manejarse mediante el control de los factores determinantes, como la fecundidad y las migraciones, sin embargo ello depende de la capacidad de respuesta de las comunidades afectadas. Por lo general las áreas o países más envejecidos tienen niveles más altos de desarrollo aunque lejos del que presenta las áreas o países adelantados ya que no hay antecedentes de envejecimiento demográfico en un contexto precario.

En otro orden de cosas, el envejecimiento puede considerarse como un riesgo con perfiles específicos en los hogares y en las personas vinculada con la pérdida de recursos, con el deterioro físico y mental en las etapas posteriores de la vida. Es decir que, a pesar de que el aumento de la expectativa de vida es una señal alentadora para la población, tanto por su significado intrínseco personal como socioeconómico, no siempre va acompañado de una mejor calidad de vida, pues es cada vez mayor la cantidad de hogares y personas que envejece en un contexto precario.

Un riesgo sociodemográfico que se debilita con el avance de la transición demográfica es, precisamente, la mortalidad. Ello significa que se pueden evitar muertes por causas previsibles y además, postergar la vida de las personas hasta el límite máximo que permite la capacidad humana y médica. En ese sentido la transición demográfica está estrechamente vinculada con la transición epidemiológica, aunque su avance no es sinónimo de desaparición de riesgos de morbimortalidad evitable, como fácilmente se observa en numerosas áreas y regiones con profundas desigualdades socioeconómicas.  La vulnerabilidad no solo se manifiesta en la rápida diversificación de los grupos expuestos, sino en la diversidad socioeconómica que determina la posibilidad de prevenir las enfermedades y en la capacidad de respuesta y adaptación a las mismas.

La mortalidad y los diversos grados de impedimentos que ocasionan los accidentes y los modos de violencia no cambian con el avance de la transición demográfica, pues no existe una dependencia con ella. Muchos acontecimientos pueden prevenirse mediante las modificaciones a largo plazo de la conducta y de los factores culturales de los hogares y las personas. El siguiente cuadro sintetiza los riesgos propios de las diferentes etapas de la transición demográfica y algunas condiciones necesarias para reducir la vulnerabilidad demográfica y social:

Cuadro Nº1: Transición demográfica: Características generadoras de riesgos y medidas necesarias para reducir la vulnerabilidad  (Busso, 2002)

Etapas de la transición

Cualidades  generadoras de riesgos

Medidas necesarias para reducir la vulnerabilidad

 

 

 

 

 

 

Transición incipiente

·          Baja urbanización

·          Elevada proporción de población joven

·          Alta mortalidad infantil

·          Predominio de enfermedades transmisibles, infecciosas y parasitarias

·          Altas tasas de dependencia demográfica

·          Bajos niveles de instrucción y alta deserción escolar

·          Altos niveles de pobreza urbana y rural

·         Proliferación de áreas marginales habitadas por inmigrantes rurales

 

·          Proporcionar infraestructura rural

·          Cuidado de la salud materno infantil

·          Acceso a una buena calidad educativa básica y secundaria

·          Disponibilidad de viviendas y servicios urbanos

·         Capacitación y empleo

 

Transición moderada

·          Urbanización baja y moderada

·         Proliferación de suburbios marginales habitados por inmigrantes rurales Rejuvenecimiento de la población

·          Embarazo adolescente

·          Predominio de enfermedades transmisibles, infecciosas y parasitarias

 

·          Disponibilidad de viviendas

·          Infraestructura urbana y rural

·          Equipamiento sanitario materno infantil

·          Atención a la salud reproductiva

·          Cobertura y calidad de la educación

·          Marginalidad juvenil

·          Aumento de la capacidad del empleo

 

 

 

Plena transición

·          Aumento de población  joven y adulta

·          Urbanización moderada y alta

·         Embarazo adolescente

·         Enfermedades infecciosas, parasitarias y crónicas

·         Exclusión  y marginación de amplios espacios urbanos carentes de infraestructura y servicios

·          Educación secundaria y superior

·          Disponibilidad de empleo

·          Marginalidad juvenil

·          Salud de adultos

·          Cobertura y atención a la salud reproductiva Acceso a la vivienda digna

·          Disponibilidad de infraestructura urbana

·          Salud materno infantil e implementación de sistemas de alta complejidad

·          Previsión para la vejez

 

 

 

 

Transición avanzada

·          Altos valores de  urbanización

·          Envejecimiento demográfico

·          Predominio de enfermedades crónicas y degenerativas; aumento de incidencia de causas de muerte por factores externos (accidentes, homicidios, suicidios, etc.)

·          Cambio en los patrones familiares y reproductivos

·          Desprotección de ancianos

·          Aumento de la necesidad de cobertura en el   sistema de pensiones

 

·          Acceso a la vivienda

·          Infraestructura urbana

·          Atención de adultos mayores y ancianos

·          Aumento del empleo

·          Educación superior

·          Implementación de atención de alta complejidad

·          Implementación de pensiones Recreación y contención para adultos mayores

·          Cobertura y financiamiento de sistemas de pensiones

 

 

 

 


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