EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA ENSEÑANZA DE LA GEOGRAFÍA  EN VENEZUELA

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La geografía y su enseñanza en la actualidad

 Después de Vila, el debate en el pensamiento geográfico se acentuó debido a la discusión entre las corrientes geográficas: la geografía cuantitativa y la geografía radical. Desde allí, surgió renovados fundamentos teórico-metodológicos que enriquecieron la geografía hacia el estudio del espacio geográfico. La confrontación se acentúo desde los años sesenta del siglo veinte hasta la actualidad. Inicialmente, la geografía se apegó a las orientaciones de la concepción cuantitativa, pues su objetivo como disciplina científica fue interpretar la realidad geográfica desde los modelos estadísticos y matemáticos. En efecto, sus temas fueron: los tópicos locacionales o los sistemas y jerarquías urbanas, la accesibilidad al mercado, las redes comunicacionales, la localización industrial y los mercados, entre otros aspectos. La geografía cuantitativa apoyada en los modelos matemáticos y estadísticos alcanzó relevancia en el contexto científico-geográfico, al asumir el análisis espacial bajo una perspectiva ideológica de acento técnico-programático sustentado en la teoría positivista y funcionalista. Así, se hizo sentir en los estudios del espacio, con el apoyo de la estadística y la matemática, dado el énfasis en los aspectos teóricos, en la cuantificación de los fenómenos y en los procesos geográficos.

Esto lo reconoce James (1973), cuando afirma: “Los geógrafos aprovecharon el empleo de la técnica matemática para desarrollar modelos  de interconexión espacial, entre otras cosas, de origen diferente. Trataron de formar una estructura teórica que describiese y midiera accesibilidad, el grado de conexión, el predominio y lo jerárquico, además de la localización y la geometría de las propias conexiones. En vez de buscar la descripción de los sistemas espaciales, según se pudiesen observar en la realidad, estos teóricos nos describieron lo que deberían ser los sistemas del espacio, si las metas se representaran por X y si los obstáculos para lograrlas fueran Y y Z. La mejor solución a una ecuación de esta índole nos da la razón contra la cual se pueden medir las condiciones observadas” (p. 28).

Bajo esta propuesta, Walter Christaller, explica sorprendentemente la forma cómo están dispuestas las ciudades y su organización de sistema de redes jerarquizadas. A la par, el mecanismo del comportamiento de los flujos desde el centro hacia la periferia y viceversa. Esto trajo como efecto estudiar en forma más integral la situación de la dinámica urbana y los tópicos más relevantes fueron la localización de las ciudades, la dinámica urbana, la movilización de productor-consumidor, la interacción social, entre otros. A partir de los años ochenta del siglo veinte, la geografía  es afectada por el cuestionamiento a la geografía cuantitativa. De la discusión emerge como temática geográfica relevante la problemática social del espacio geográfico construido por la ideología del capital. Se argumentó que era inevitable una opción que respondiese a la problemática de la sociedad y sus manifestaciones espaciales.

Por consiguiente, los estudios geográficos se centraron en la compleja realidad social urbana  desde la radicalización de posiciones de denuncia y alternativas. Los temas se vincularon con la pobreza y la desigualdad social, resultantes de la traducción del capital en la estructuración del espacio, en beneficio de la obtención de la riqueza. Para Capel y Urteaga (1982): “...aparece la geografía crítica que pretende un cambio que llegue hasta el estudio de la raíz de los problemas, tales como: la pobreza, la injusticia, la marginación social. Se acusa a los geógrafos anteriores de que, a pesar de su pretensión de describir el mundo, realmente no lo han descrito como es, sino de una manera parcial y sesgada. Se considera una tarea necesaria la crítica del orden espacial existente y la reflexión sobre nuevas ordenaciones que ayuden a una mejor felicidad de los hombres” (p. 46-47).

Por estas razones, la geografía ahora recurre a la reconstrucción de la realidad espacial e intenta proponer una interpretación con una racionalidad social. Para ello busca el apoyo de la historia como base para comprender el presente desde el pasado. Lo real es una totalidad dinámica indivisible e interactuante y demanda su entendimiento como totalidad concreta que se transforma permanentemente. Así, el espacio es un producto social. Es el contexto del colectivo humano, que además es un producto político e ideológico. Al respecto, Rojas (1982), destaca que el espacio se produce y reproduce por los procesos sociales y no existe independientemente de esos procesos, porque también es social. Esto se debe esencialmente al hecho que la relación de la sociedad con la naturaleza se establece a través del trabajo, el cual existe socialmente en cuanto relación de producción que caracteriza a un determinado modo de producción.

En consecuencia, la acción geográfica tiene como opción explicativa concebir la realidad desde una alternativa interdisciplinaria que busca interpretar la organización del espacio  y el régimen social que domina en un determinado momento histórico. El espacio lleva implícito la conjugación pasado-presente, a la vez que las evidencias concretas resultantes de la forma como cada generación ha aprovechado las potencialidades del territorio. Eso determina entender que el espacio geográfico está empapado de historia y presente social. Díaz (1982), al respecto, opina: “...con la evolución intelectual del hombre y el aumento de las capacidades técnicas, el medio va adquiriendo una fisonomía con características cada vez más antrópicas, lo cual no quiere decir que la acción de la naturaleza se minimiza, sino más bien se crean nuevas relaciones entre ellas y la sociedad, relaciones quizás menos visibles pero igualmente importantes” (p. 66).  

Eso representa que la actividad de la sociedad, se hace palpable en la realidad mediante el desarrollo de las fuerzas productivas, las que producen cambios en la organización del colectivo social, como resultado de la división del trabajo, bien sea en lo urbano o en lo rural, a la vez que determina la existencia de  una diferente formación social. Es decir, el espacio es ordenado por fuerzas endógenas y exógenas donde la acción humana tiene una significativa participación en el uso y disfrute de los bienes y servicios de la naturaleza. Hoy día, todavía se siente en el ámbito científico y académico, las repercusiones del debate entre las concepciones geográficas citadas. Específicamente, la geografía cuantitativa y la geografía social, resultan de la confrontación ideológica y epistemológica de la percepción del hombre sobre la realidad y la vida. Sin embargo, el producto es sumamente halagador y esa discusión facilita el enriquecimiento del saber geográfico y acrecienta su trascendencia en la comprensión de la dinámica espacial.

La controversia entre la geografía cuantitativa y la geografía social, es el escenario para el desarrollo de esta disciplina científica que ha comenzado a sembrar inquietudes y expectativas en la medida en que se valorizan los problemas geográficos y sus implicaciones sociales. Asimismo, se pone de relieve que al acentuarse la discusión, se originan nuevas perspectivas en la interpretación del espacio y la demanda de mayores aproximaciones a lo real, incrementadas por las crecientes dificultades del colectivo social. Esto es indicio de la reacción por derrumbar las obsoletas concepciones descriptivas y analíticas todavía vigentes y que causan tanto daño a la ciencia geográfica y a su enseñanza, al aferrarse a la preservación de sus fundamentos con fines deterministas, enciclopedistas y alienadores.

Hoy, la tendencia de traducir la geografía y su enseñanza en el bienestar de la población es una exigencia social cada vez más sentida.  En relación con lo indicado, Holt Jensen (1992), dice: “Mi punto de vista personal es que la geografía  puede contribuir de manera importante a la planificación del futuro de la humanidad, y que  en este contexto la geografía debería basar su análisis de la actividad humana más en las analogías ecológicas que en las económicas (p.199).

Desde esta opinión, para concluir, se puede vislumbrar una enseñanza diferente de la geografía, más adecuada a la formación que a la información de tal forma que de respuesta a las demandas de cambios y transformaciones. La permanencia de la concepción transmisiva de nociones y conceptos, mantiene el criterio de enseñar las partes para comprender el todo, en un momento histórico donde lo integral y lo interdisciplinario se convierte en la base epistemológica esencial para la construcción del conocimiento y la comprensión de la realidad geográfica. En el caso de la enseñanza geográfica, plantea Uribe (1993): “...nadie puede cuestionar que la geografía debe traducir en las aulas escolares las transformaciones que ha experimentado en las últimas décadas. Los cambios ocurridos en el sistema científico-tecnológico global y su incidencia en las ciencias geográficas implican un vuelco en la concepción descriptiva alimentada por información y memoria. Hay que precaverse también con la inversión meramente tecnócrata que pretende que la utilización de las últimas tecnologías es suficiente para cambiar todo, aunque sea sin cambiar nada” (p. 91).

Necesariamente, lo indicado por Uribe Ortega afina la dirección de la discusión hacia dos orientaciones básicas: por un lado, tanto la geografía como su enseñanza tiene que redimensionar su acontecer para adecuarlo a las nuevas realidades y, por lo otro, se impone abordar críticamente las nuevas tecnologías, al colocar como abanderado de esta situación, el rescate y el valor del hombre como constructor de lo geográfico. Al adquirir una notable importancia las ciencias sociales y, especialmente, la geografía, se ha planteado la reorientación de la enseñanza geográfica como opción para transformar al hombre como centro de la reflexión en un mundo de acentuado valor por lo material y lo pragmático, por un mundo más humano y una justa distribución de la riqueza entre los hombres. Esta debe ser la respuesta de la enseñanza de la Geografía en las condiciones de la realidad geográfica actual.


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