Está claro que
la urbanización como proceso, tanto en número de urbes
como en cantidad de habitantes, es un fenómeno social y
demográfico con un fuerte impacto sobre el ambiente. El
hacinamiento de personas en áreas de riesgos ambientales
(inundaciones, vendavales, etc.) aumenta su vulnerabilidad y
hacen que los factores ambientales sean una de las principales
causas de muerte, enfermedad y pérdida de la productividad,
perpetuando la pobreza. Ante esto, a la hora de analizar las
relaciones ambiente y sociedad como también la pérdida del
equilibrio dinámico de la naturaleza, es preciso tener muy en
cuenta el crecimiento y expansión de las ciudades, ya que el uso
del suelo con fines urbanos es irreversible. Probado está que
los procesos de urbanización son las transformaciones más
radicales que el hombre inflige sobre el entorno, tal vez uno de
los impactos más agresivos, ya que por un lado degradan los
ecosistemas naturales originales al expandirse sobre ellos
generando un nuevo ambiente: la ciudad, un ecosistema
artificial, considerado parásito por muchos entendidos en el
tema, pues toma energía y recursos varios de otros ecosistemas,
vecinos en algunos procesos, lejanos en otros. Por otro lado
generan un cúmulo de residuos que contaminan y menoscaban la
calidad del suelo, aire y agua del sitio que ocupan y de
espacios circundantes (periurbanos y rurales).
No hay duda que los resultados de
estos procesos e interacciones, ya sean de orden natural o
antrópico, plasman en el espacio un mosaico de fisonomías que
denominamos paisajes, caracterizadas en estos ámbitos, y
sus áreas adyacentes, por un fuerte dinamismo que imprime
rápidos cambios en sus componentes, tanto físicos, biológicos
como humanos [Fig. Nº 1].
Fig. 1: Expansión Urbana, Paisajes y Dinámica
EL PAISAJE Y EL
DINAMISMO DE SU CONFIGURACIÓN
En la naturaleza cada espacio es
ocupado a través del tiempo por diversas biocenosis o
comunidades vegetales y animales, las que son influidas por
diversos factores ambientales, y especialmente por las múltiples
interacciones que se dan entre sus componentes abióticos y
bióticos. Esta evolución y variación de las diferentes
comunidades de vida y los aspectos del entorno conforman un
proceso denominado sucesión ecológica, y como resultante de esto
se dan distintos paisajes o fisonomías geográficas para cada
etapa o sere.
Paralelos a las evoluciones
inherentes a la naturaleza, se dan los procesos de ocupación y
organización del espacio por los distintos grupos humanos,
generando sus propios paisajes con sus impactos y problemas
ambientales asociados. [Fig. Nº 2]
La Convención Europea del Paisaje
(2000) en su Capitulo I, expresa que: “El paisaje designa
cualquier parte del territorio, tal como es percibida por las
poblaciones, cuyo carácter resulta de la acción de factores
naturales y/o humanos y de sus interrelaciones;...”.
Podríamos agregar que el espacio geográfico se nos presenta como
un conglomerado de estampas resultantes de procesos e
interacciones, ya sean de orden natural o antrópico, y que según
el predominio de componentes naturales o artificiales serán las
percepciones que tengamos de ellos, como paisajes naturales por
ejemplo las regiones polares o de altas montañas, lugares
recónditos y raros de selvas, desiertos e islas; en el extremo
opuesto veremos comarcas con una mayor proporción de elementos
construidos por los grupos humanos, es decir paisajes culturales
o humanizados, donde los elementos naturales serán
progresivamente reemplazados por componentes artificiales, por
ejemplo campos o áreas de cultivos y actividades ganaderas,
yacimientos de extracción de minerales, pueblos, ciudades,
metrópolis y parques industriales, centros de deportes
invernales y estivales, etc.
En el caso de la ciudades y sus áreas adyacentes,
estas fisonomías paisajísticas son frutos de un complejo ínter
juego de variables, que van desde la propia historia del núcleo
urbano central y sus vecinos, de la complicada geografía del
sitio donde fue asentado y creció, de las políticas de turno, de
los ciclos económicos y de su situación en el mapa regional,
nacional e internacional. Representaciones que varían en el
tiempo y en el espacio (urbano, suburbano,
periurbano, vorurbano,
rururbano, rural, natural)
tanto en hechos concretos, como en la percepción que tienen de
estos paisajes cada uno de los actores sociales implicados, de
acuerdo con sus propios intereses y paradigmas. [Fig. Nº 3]
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