CARACTERÍSTICAS SOCIALES  DEL PEQUEÑO PRODUCTOR DEL CENTRO Y SUDOESTE CHAQUEÑO A FINES DE LOS 90.

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Mgter. viviana pértile       

 vpertile@hum.unne.edu.ar 

Prof. Adjunta. 

Departamento de Geografía

Facultad de Humanidades

Universidad Nacional del Nordeste (Argentina)

Avenida Las Heras N° 727 –

3500 – Resistencia – Chaco – Argentina

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RESUMEN

El planteo  central de este trabajo hace referencia a las transformaciones económicas y sociales que caracterizaron a la década del ‘80  y su notable impacto en las condiciones de vida de la población de la población, a tal punto que crecientes grupos sociales se vieron excluidos de las posibilidades de atender sus necesidades básicas. Dichas transformaciones también abarcaron a las poblaciones dedicadas al agro y la evidencia más notable fue el deterioro del nivel de vida del pequeño agricultor, como consecuencia de la pérdida de competitividad, a lo que debemos sumar la disminución del empleo de mano de obra contratada por los grandes productores –dada la alta tecnificación- lo cual determina una disminución en los ingresos de las familias dedicadas a la agricultura, sobre parcelas medianas o pequeñas.

Palabras claves:

Pequeños productores - Condiciones de vida - Exclusión.

ABSTRACT:

The key issue in this paper refers to the social and economic changes that characterised the 1980s and their great impact on the population living conditions,  to souch an extent that emerging social grups were excluded from the possibilities of affording for their basic needs.  These changes also included population devoted to farming activities and the most clear Prof. Of this was the impoverishment of living conditions of little farmers as a consequence of the loss of competitivity besides the decrease in  employment of workers by big farming producers – due to the use of state of art technology; wich determines a decrease in the incomes of the families devoted to agricultural activities in small or medium sized farms

Key words: 

Little Farming producers – living conditions - excluded

INTRODUCCIÓN

La República Argentina, país de alrededor de 2.770.000 Km2 y 37.000.000 de habitantes, es vista en su conjunto como un territorio de grandes contrastes tanto en su geografía natural como humana.

Su extenso territorio aloja diferentes regiones que responden a su situación, clima, relieve, suelos y recursos naturales. El nivel de vida de su población se presenta con fuertes desniveles debido a las diferencias  en  los ingresos, educación, situación laboral, acceso a la salud, lo que marca un abismo entre riqueza y pobreza no sólo en la sociedad urbana sino también en la rural. En nuestro caso abordaremos un tema que se inscribe en el ámbito rural de la región chaqueña, en particular la provincia homónima.

En la década pasada Argentina asumió en forma abierta un modelo neoliberal que dejó al mercado y a la apertura comercial como agentes reguladores del crecimiento, lo que en los hechos profundizó la incorporación de nuestro país a la “vorágine” de la globalización de la economía y a sus efectos, haciendo más dependiente y vulnerable nuestro tejido productivo, especialmente el algodonero, que se encuentra en desventajas con el del contexto internacional más adelantado. Con ello han aumentado los problemas, multiplicándose la crisis agraria y de alimentación; se han agudizado la marginación, la competencia entre desiguales, la pobreza rural y urbana, los problemas medioambientales, la migración, y el agravamiento de las condiciones de vida, etc. Dentro de este contexto, los agricultores pierden capacidad de desarrollar sus propias opciones y son absorbidos por las innovaciones tecnológicas y los juegos financieros y de mercado de las empresas transnacionales. Por otra parte, dentro de este modelo internacionalizado, los pequeños y medianos productores son perjudicados por las mega-empresas, cuyo esquema de producción se caracteriza por el alto aporte de capital y  tecnología.[1]

Estas transformaciones económicas y sociales que caracterizaron a la década del ‘80 tuvieron un notable impacto en las condiciones de vida de la población, a tal punto que crecientes grupos sociales se vieron excluidos de las posibilidades de atender sus necesidades básicas (Carlevari 1996). Dichas transformaciones también abarcaron a las poblaciones dedicadas al agro y la evidencia más notable fue el deterioro del nivel de vida del pequeño agricultor, como consecuencia de la pérdida de competitividad, a lo que debemos sumar la disminución del empleo de mano de obra contratada por los grandes productores –dada la alta tecnificación- lo cual determina una disminución en los ingresos de las familias dedicadas a la agricultura, sobre parcelas medianas o pequeñas. Estos cambios han sido acompañados por un proceso de concentración de la propiedad agropecuaria. Por un lado, los que poseen capital necesario para los requerimientos de la economía actual, aumentan el tamaño de las explotaciones. Por el otro, en algunos casos, la subdivisión de las parcelas usualmente por el acceso a la herencia, aumentó el número propiedades pequeñas que suelen no alcanzar el tamaño mínimo de una  unidad de explotación económica (UEE).

Desde el punto de vista de la agricultura global, los pequeños agricultores de nuestra provincia no han podido asumir esta visión e incorporar la idea de una agricultura moderna y eficiente como la mejor alternativa para comenzar a solucionar los problemas nacionales, inclusive los del sector urbano industrial. Por el contrario, la agricultura, actividad que debiera contribuir a impulsar el desarrollo, no está cumpliendo con esta función, fundamentalmente porque ha habido un histórico abandono del sector rural. Los agricultores han estado cautivos de ineficiencias crónicas en adquisición y utilización de insumos y equipos, administración de sus predios, conservación y almacenaje de sus cosechas y comercialización de lo producido. Fueron precisamente estas ineficiencias las que determinaron que la mayoría de los pequeños agricultores generaran una producción de volúmenes reducidos, de mala calidad, con costos unitarios de obtención muy altos y los vendieran a bajos precios. Esta falta de rentabilidad determinó la migración rural, propia de los últimos 20 o 30 años, por la expulsión de los agricultores hacia las periferias urbanas. Sus hijos y nietos en la mayoría de los casos son desempleados, cayendo en muchas ocasiones, estimulados por el consumismo, en la tentación del vicio, la prostitución y la delincuencia. De este modo en lugar de poder aportar riquezas y servicios a la sociedad en el campo, constituyen una carga para las ciudades (Lacki, 1995).

Estos hechos sociales, en parte disimulados por las políticas estatales (Plan trabajar, Jefes de hogar, etc.) para evitar una explosión social, están siendo enfrentados por los propios trabajadores del campo que intentan con sus acciones y políticas contrarrestar esta situación mediante su organización tanto en empresas campesinas, como en cooperativas. Todo ello con la idea de defender sus intereses colectivos, rescatar para sí los procesos productivos que les corresponden y su espacio social, en un contexto cada vez más globalizado.

En el marco de la realidad y de las tendencias anteriormente reseñadas, los pequeños agricultores se encuentran atravesando una crisis profunda: precios no remunerativos, productores altamente endeudados y sin posibilidad de acceso al crédito, lo que se traduce en una resultante social y económica que influye fuertemente sobre el contexto global del Chaco.

 


[1]  Cf. Gaitán Arciniegas, Jorge y Lacki, Polan (1993)

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