CARACTERÍSTICAS SOCIALES  DEL PEQUEÑO PRODUCTOR DEL CENTRO Y SUDOESTE CHAQUEÑO A FINES DE LOS 90

 

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5.-  Características sociales

5.1.- Concepto de calidad de vida

Cuando se intenta medir la calidad de vida no resulta sencillo encontrar los instrumentos adecuados. Las pautas culturales de una sociedad plantean una escala de valores que responde a un determinado modelo; según esos modelos, más o menos generalizados, es que se intenta medir la calidad de vida a partir de indicadores productivos o de ingresos económicos. Generalmente se confunde crecimiento económico con equivalente a mejor calidad de vida. Esto no es correcto, por cuanto no se toma en cuenta la distribución del ingreso. Por otra parte, cada ser tiene necesidades de muy diversa índole, que satisfechas le brindan bienestar en relación al ambiente donde vive. Autores como Maslow, Mallmann, Galtung, entre otros, se refieren a necesidades de tipo material y  espiritual (Yanes y Liberali, 1986).

En la operacionalización del concepto de calidad de vida se parte de la definición teórica y se reconocen las dimensiones o componentes de necesidad involucrados. Cada componente está formado a su vez por varios aspectos, los cuales se expresan en términos de satisfactores[10] o disatisfactores de las necesidades implícitas en el mismo y por último se formulan las variables e indicadores que van a permitir medir cada uno de esos aspectos (de Bravo y Vera, ).

En el caso particular que nos ocupa, consideramos pertinente la utilización de los siguientes indicadores para determinar las características de la calidad de vida. Estos hacen referencia a las condiciones de la vivienda rural  que involucra a:

  • servicios e infraestructura, dentro de los cuales tomamos en cuenta la procedencia y/o abastecimiento de agua para consumo familiar, las características de los sanitarios, tipo de iluminación,   combustible usado para cocinar, equipamiento en comunicaciones, es decir si poseen telefonía fija o celular, radios receptores y televisores; 

  • calidad de la vivienda, referida específicamente a los materiales con que están construidas las mismas, por ejemplo: tipo de pisos (tierra, madera, cemento, mosaico, etc) , materiales con que están construidas las paredes, los techos, las  puertas y ventanas.

Otro grupo de indicadores que utilizamos  fue el correspondiente a la salud, la educación y el grado de hacinamiento representados en el primer caso por la cobertura en salud de la población,  en el segundo por el nivel de escolarización alcanzado y  el tercero por la cantidad de persona por cuarto.

 

5.2.  La vivienda rural : aproximaciones conceptuales

Si bien la mayoría de las regiones tienden a un acelerado proceso de urbanización con crecimiento preferentemente de las ciudades de tamaño intermedio, hay un gran segmento de la población que aún vive y seguirá habitando los sectores rurales. En este medio, en gran medida, se aloja la pobreza estructural y su dinámica está siendo afectada negativamente en la mayoría de los casos, por la globalización de la economía y sus impactos en la población. Por otra parte, aún no logran llegar al campo políticas y programas de acción adecuados y eficaces (Gonzalez Claverán, 1998).

En el análisis de la calidad de vida  en áreas rurales intervienen numerosos y complejos componentes, que pueden ser agrupados en: Primero el componente demográfico, que considera a los habitantes, la vivienda  y los asentamientos rurales. Todos ellos han decaído  notablemente, lo cual implica una pérdida significativa del patrimonio económico, cultural y ecológico. Las causas de este fenómeno son simples, por un lado tenemos la gradual reducción del empleo en zonas rurales que se acentúa conforme se tecnifican las mismas y por otro, la existencia de una mejor calidad de vida en las ciudades. En segundo término se encuentra el componente  información. La información existente sobre la vivienda rural y la calidad de vida de los asentamientos rurales, sean concentrados o dispersos, es poca, como también ha sido poco o casi nulo el interés por incidir en el mejoramiento de ese hábitat. Luego , el componente analítico que se refiere a la realización de diagnósticos y pronósticos sobre la situación en el medio rural, detectando las acciones que pudieran considerarse estratégicas y su impacto. Finalmente, Gonzalez Claverán, (1998) incluye otros componentes  que hacen referencia a la sustenatabilidad del espacio rural, como ser el modelístico e instrumental..

La vivienda rural y sus características, constituyen uno de los indicadores más utilizados en el estudio de la calidad de vida. Considerada desde el punto de vista geográfico, la vivienda rural obedece a la acción de diferentes factores: los fisioecográficos y los antropogeográficos; por lo tanto, para llegar a comprender las modalidades de los diferentes tipos de vivienda, es necesario realizar un minucioso análisis, sin olvidar que la vivienda rural es un verdadero instrumento de trabajo que cumple una función específica de acuerdo con el género de vida de sus ocupantes (Chiozza y Aparicio, 1961).

Sobre las grandes regiones naturales que presenta la Argentina, la actividad agrícola ha creado una gran variedad de paisajes rurales, cuya fisonomía depende en buena medida del destino que se le ha dado a la tierra y de la antigüedad de la radicación de la población. Cristina Aparicio manifiesta que “entre los distintos elementos que contribuyen a definir el paisaje rural, la vivienda es sin dudas el más significativo”. (Chiozza y Aparicio, 1961: 456).

La casa expresa la voluntad de arraigo del hombre en el paisaje y revela la capacidad de sus ocupantes para adaptarse a las condiciones de su ambiente natural, respondiendo a las exigencias de su género de vida, al tipo de tenencia de la tierra, a los recursos económicos de que disponen, las circunstancias históricas, etc.. De este juego  de factores es posible encontrar una gran variedad de viviendas rurales. Pese a ello, todas presentan un rasgo común: han sido concebidas para la función rural, que contempla la satisfacción de la necesidad de albergar a los habitantes, proteger sus implementos, sus cosechas y animales (Chiozza y Aparicio, 1961)

Existen diversos criterios para establecer una caracterización de las viviendas rurales. Nosotros empleamos la tipología utilizada por el Censo Nacional de Población y Vivienda 1991[11], referido a los tipos de viviendas, materiales predominantes utilizados para la construcción, provisión de agua, tipo de sanitarios, hacinamiento, entre las características más útiles para la evaluación de la calidad de vida. Nuestro espacio rural objeto de estudio, no escapa a las generalidades de las áreas rurales de los países en vías de desarrollo, en tanto se encuentran económicamente deprimidas con relación a los centros urbanos más próximos.

Muchos habitantes del campo no cuentan con ingresos para garantizar un estándar de vida digno, como así tampoco con los recursos deseados para edificar y sostener una vivienda segura desde el punto de vista sanitario. Por ejemplo, en el caso de viviendas rústicas, podría decirse que son potenciales reservorios de diversas enfermedades como el mal de chagas, propio de nuestra región.

Si bien la rusticidad de una vivienda puede ser objetivamente palpable, coincidimos con Rozé y Vaccarezza (1994), cuando manifiestan que muchas veces se habla de la precariedad o rusticidad de una vivienda desde la óptica de las agencias de planificación, definiéndolas de modo arbitrario (en el sentido de su externalidad respecto a las valoraciones sociales de los sujetos involucrados). No es lo mismo decir que ciertas características definidas como negativas, en el concepto de precariedad, tengan las mismas connotaciones en el ámbito urbano que en el rural. Por ejemplo, la electricidad es uno de los componentes más deficitarios, seguramente será valorada como positiva por los pobladores rurales, pero su función en el conjunto habitacional tal vez no sea considerada con la misma urgencia que por un habitante de la ciudad. Otro tanto sucede con los materiales con que se construyen los techos, las paredes, que más allá de las cualidades en términos de higiene, pueden recibir valoraciones diferentes en función de los criterios y acorde al estilo de vida del medio rural.

6.- La situación de los pequeños productores. Resultados de la encuesta

Con respecto a las condiciones de la vivienda, iniciamos nuestro análisis con los servicios de la misma. En primer lugar analizamos la procedencia del agua para consumo familiar. Advertimos que la mayor proporción de los hogares utilizan el agua proveniente de pozos; en segundo lugar se encuentra el agua almacenada en los aljibes[12] y por último el agua procedente de bombas y otros; en éste último rubro, en algunos casos se consigna a aguas procedentes de lagunas temporarias.

Los resultados arrojados por el indicador correspondiente a tipo de sanitario, muestran datos que si bien no se desconocen, resultan alarmantes. Es sabido que las sociedades rurales tienden a ser conservadoras de sus costumbres, tradiciones y formas de vida, es por ello que no consideran indispensable poseer determinadas condiciones de infraestructura en sus viviendas, como lo es la presencia de un lugar adecuado para el aseo personal. Pese a ello, consideramos importante tener en cuenta el tipo de sanitario utilizado como un indicador relevante de la calidad de vida, por estar  íntimamente relacionado con la higiene de las personas y por consiguiente con  el estado de la salud las mismas.  Del total de viviendas encuestadas, el 84 % contaba solamente con excusado o letrina[13], pero no disponían de algún tipo de instalaciones adecuadas para el aseo personal, como ser duchas o lavatorios; sólo el 10 % dispone de baño instalado dentro de la vivienda y 6% restante posee baño instalado fuera de la casa.

Con relación al servicio de alumbrado y combustible usado para cocinar, pudimos advertir que una alta proporción de los encuestados carece de energía eléctrica, siendo la principal fuente de iluminación el gas (50,8%) y en segundo lugar el querosenne(27,7) y en menor proporción la corriente eléctrica .

Nos parece pertinente aclarar que si bien los resultados de la muestra indican que el 26,2% de los encuestados poseen energía eléctrica, no todos la usan, ya que les resulta oneroso afrontar el pago del servicio. Los agricultores manifestaron que el costo es más elevado  que en los centros urbanos próximos, debido a gastos superiores para el mantenimiento del sistema, a la mayor extensión en el tendido de la red de abastecimiento y a la escasez de usuarios. De modo que, pese a la importancia que reviste la electrificación, fundamentalmente por los beneficios que conlleva al sector rural, constituye un servicio muy caro para los pequeños productores.

En cuanto al combustible utilizado para cocinar, observamos que predomina la leña, usada en fogones, cocinas a leña, hornos, entre los más comunes y representativos  de nuestra zona rural.

Dentro de este primer grupo de indicadores incluimos también  el equipamiento en comunicaciones.

Éste indicador comprende las comunicaciones con el entorno   regional y nacional representadas por la telefonía fija y/o celular y la posibilidad de acceder a la información a través de la radio y televisión. Los datos reflejan un predominio de radio receptores, utilizada en la mayoría de los casos como medio de información y a la vez de distracción; seguido por los televisores—21%-- y tercer lugar, los centros musicales. Menos significativo fue el porcentaje de productores que poseían teléfonos celulares y fijos.

En relación a la calidad de las viviendas, nuestro observación se centró en los indicadores referidos a los materiales con que están construidas y en  averiguar en qué condiciones de mantenimiento o deterioro se encuentran. Nuestra región, y más específicamente nuestra área de estudio, se encuentra dentro de la zona endémica de enfermedades transmitidas por insectos vectores, tales como la enfermedad de chagas. Asimismo, hay que destacar que otras enfermedades están ligadas con las deficiencias en la vivienda, que incluyen el tipo de materiales usados en los pisos, paredes y techos.

Los indicadores en este caso fueron: el tipo de pisos y materiales con que están construidas las paredes; los techos;  las  puertas y ventanas. Los pisos son, casi en iguales proporciones de tierra y cemento , dominando ligeramente el primero, que es el menos adecuado para las condiciones sanitarias.  

 


[10] Son los medios que se utilizan para lograr la satisfacción de una necesidad de alimentación y abrigo que satisfacen la necesidad de subsistencia.
[11]

Se define a la vivienda como el recinto construido para alojar a personas. También se considera como viviendas los locales no destinados originalmente a alojar a personas pero que el día del Censo fueron utilizadas con ese fin.  Según las definiciones y tipologías utilizadas por el Censo consultado, utiliza varios  tipos de viviendas: casa, casa tipo A, casa tipo B, rancho o casilla, entre otros.

[12]

También conocido como cisterna, donde se almacena agua de lluvia para consumo en épocas de sequías. Generalmente se la destina únicamente para beber, con los riesgos que ello significa, ya que se trata de aguas estancadas, sin ningún tipo de tratamiento o saneamiento. Las familias que consumen este tipo de agua constituyen  grupos de riesgo, por cuanto pueden contraer distintas enfermedades.

A   EPPCh-01n, : Encuesta a Pequeños Productores del Chaco 2001,  n corresponde a las 65 casos/observaciones.

[13] Según el censo consultado este  tipo de baño corresponde al grupo de retrete sin descarga de agua.
   

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Instituto de Geografía (IGUNNE). Facultad de Humanidades. UNNE. Resistencia, Chaco. Argentina