Enrique Danilo Bruniard, el profe como le decíamos
respetuosa y cariñosamente, nació el 4 de julio de 1935 en
Santo Tomé, Santa Fe, y como tantos santafesinos se atrevió
al Chaco, fue en marzo de 1960. Coraje, tenacidad y
templanza se necesitaban tener en esa época para animarse a
conquistar una provincia recientemente creada que se
encontraba en pleno proceso de conformación de sus
instituciones. La Universidad Nacional del Nordeste, que se
había despendido de la Universidad Nacional del Litoral, y
las Facultades que la constituían era una de esas
instituciones que requerían de profesionales que se
radicaran y que se comprometieran con la organización
inicial. Enrique Bruniard fue uno de ellos, se había
recibido en el Instituto Nacional del Profesorado de Paraná
y cuando llegó al Chaco, convocado por el profesor Carlos
Álvarez que había sido director de la carrera de Geografía
en aquel Instituto, tenía tan solo 25 años, se sumó así a
los profesores fundacionales, promotores e impulsores de
todas las actividades propias de una Facultad que iniciaba
su recorrido en el que todo estaba por hacerse.
Lo
conocí en 1983 cuando comencé a cursar las asignaturas que
conformaban la carrera del Profesorado en Geografía, por lo
tanto la mitad de mis relatos corresponden a los propios
relatos del Dr. Bruniard que en numerosas ocasiones supo
compartir, la otra mitad recoge mis propias percepciones
respecto de su labor y de su personalidad.
Conociendo al docente
Es imposible hablar de Geografía en el Chaco y en la
Argentina sin mencionar la excelente labor que desarrolló el
Dr. Bruniard en la UNNE, su tarea fue incesante desde el
mismo momento en que se sumó al plantel docente de
profesores fundacionales. Los primeros años los dedicó a
colaborar en la organización del Departamento y en la mejora
del plan de estudios del Profesorado en Geografía,
inicialmente de tres años, que requería, por un lado, la
inclusión de materias y, por otro, ampliarlo a cuatro años,
fueron necesarias numerosas jornadas de trabajo durante las
cuales se planificó un nuevo diseño curricular, pero éste
tenía que ser acompañado por tentadores formatos de trabajo
para que docentes de otras provincias se sientan seducidos
por las propuestas y decidieran venir al Chaco; en este
contexto las ideas, los aportes y los planteamientos del
profesor Bruniard fueron fundamentales para dar origen al
plan de estudios que finalmente se implementó en 1962. A
partir de ese momento tuvo a su cargo la asignatura
“Climatología”, esta materia fue su pasión lo vinculó a la
docencia por 50 años.
Cursar Climatología con Bruniard significaba un antes y un
después en el conocimiento de lo que un docente prodiga en
una clase. Prefería el horario de las quince, cinco minutos
antes de la hora acordada estaba en el aula, siempre de
corbata,
de preferencia corbata roja y camisa blanca, tal vez, quien
sabe, debido a su ferviente fanatismo hacia los
“millonarios” de Núñez. Este atuendo simbolizaba, imagino,
el respeto por la labor docente, el respeto por sus alumnos,
el respeto por la universidad y, seguramente, la herencia de
los años iniciales en los que la formalidad en la vestimenta
dominaba el escenario de la Facultad sea cual fuera la
circunstancia. Llegaba al aula acompañado de sus láminas
prolijamente elaboradas. En una época en que las
diapositivas eran escasas, no existían los power point
y mucho menos los videos de los que hoy disponemos en
internet, esas láminas eran recursos didácticos innovadores
con un alto poder de entendimiento que lograban cautivar a
los cursantes. Sus clases se caracterizaban por la
excelencia: vocabulario y términos apropiados, sin
ambigüedad, inequívocos, entendibles; contenidos
significativos, relevantes, actualizados, indagados en
profundidad; pertinencia didáctica con recursos y
estrategias que impedían que la mente divague. Así lograba
mantener la atención de los estudiantes durante todo el
tiempo que durara la clase y siempre conseguía que uno se
quedara con sabor a más, como una historia o un relato que
ansiábamos continuar al día siguiente. Esta excelencia,
sumada al entusiasmo y a la dedicación que le imprimía a sus
clases y que se apreciaba explícitamente cada día, generaba
admiración en quienes cursábamos, en silencio y con mucha
reserva -estoy segura- todos queríamos imitarlo, ser él en
alguna medida.
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Conociendo al investigador
Después de los primeros años de su vida académica en la
Facultad de Humanidades en que los esfuerzos se volcaron a
completar el plantel docente y a implementar un plan de
estudios necesario para la región, las energías se
encaminaron a producir conocimientos. Bruniard sostenía que
era muy difícil la enseñanza de la Geografía si primero no
se generan datos, información y conocimiento del lugar en el
que estamos emplazados.
El final de la década de los años ‘60 lo encontró sembrando
las primeras semillas de lo que fue una amplia y exitosa
trayectoria en investigación. El 9 de marzo de 1967 se creó
Gabinete de Geografía y el 22 de marzo del año 1967 el
profesor Bruniard fue designado director del mismo. En
varias ocasiones sus propios relatos nos permitieron conocer
los acontecimientos y factores que rondaron la creación del
Gabinete. El primer factor, a juicio del propio Bruniard,
tuvo que ver con un contexto institucional que comenzó a
normalizarse en 1964 ya que se dispuso la convocatoria de
los primeros concursos de profesores y de esta forma el
régimen de contratos anuales fue sustituido paulatinamente
por las dedicaciones exclusivas, situación que permitió que
el núcleo inicial de profesores venidos desde otras
provincias se afincara definitivamente en Resistencia. En
paralelo a este contexto institucional, las actividades de
la Facultad iban creciendo, se necesitaban más espacios
físicos para albergarlas y los docentes, que a su llegada
desde otras provincias residían en el mismo edificio de la
Facultad, paulatinamente comenzaron a abandonar estas
instalaciones para concretar sus proyectos personales y
familiares. Por otro lado, mientras los docentes con
dedicación exclusiva residieron en el edificio de la
Facultad no fue necesario disponer de un espacio de trabajo
ya que stricto sensu “vivían en el lugar de trabajo”;
sin embargo, en la medida en que se iba concretando su
residencia en otras viviendas de la ciudad, comenzaron a
requerir espacios para cumplir la carga horaria
correspondiente a la dedicación exclusiva y concretar así
sus labores cotidianas, fue necesario disponer de espacios
en condiciones adecuadas tanto para desarrollar las
actividades de investigación como para disponer y resguardar
de los recursos bibliográficos, cartográficos, documentales
necesarios para tal fin.
A la circunstancia de coyuntura institucional comentada
antes, mezclada con razones de índole personal de los
docentes, se le sumó el interés de algunos de ellos por
incrementar, ahondar e incentivar entre sus colegas la labor
investigativa, interés que fue propiciado además por vínculo
natural que comenzaron a tener con colegas de otras
universidades. En el caso particular de Geografía, dos
sucesos de la vida personal del Dr. Bruniard fueron
cómplices necesarios para incrementar el interés. En primer
lugar, en 1962, realizó una visita al Departamento de
Geografía de la Universidad Nacional de Cuyo en cuyas
instalaciones ya funcionaba el Instituto, ello significó un
acercamiento inicial a las funciones que se desarrollaban en
ese lugar. Esta estancia y los vínculos logrados con los
colegas de aquella región fueron el puntapié para lograr una
invitación a la Universidad de Burdeos donde realizó un
larga y provechosa estadía, este segundo suceso que
correspondió a los años 1964 y 1965, le permitieron tener
una mayor proximidad a las disímiles y enriquecedoras
actividades de investigación que se allí realizaban y,
aunque el Dr. Bruniard no lo aceptaba conscientemente,
seguramente la imagen de los institutos de investigación que
tuvo oportunidad de conocer en Mendoza y en Burdeos fue un
factor determinante para que él promoviera su creación en la
Facultad de Humanidades de la UNNE.
Fue así que el final de la década del ‘60 lo encontró al
frente del Gabinete de Geografía, luego Instituto,
encabezando un proyecto que estuvo financiado por el
entonces organismo de ciencia y tecnología de la nación y
que le permitió, junto a un equipo de colegas, realizar el
primer relevamiento de la población, hábitat y servicios de
lo que hoy es el área metropolitana del Gran Resistencia.
Este proyecto no fue algo común para la época, fue un
trabajo significativamente innovador ya que incluyó la
obtención de fotografías de alta resolución desde una avión
o plataforma aérea. En los mismos tiempos en que a nivel
mundial se estaban lanzando los primeros satélites
Landsat, el Dr. Bruniard y su equipo, en el Chaco,
lograban fotografiar al área metropolitana con imágenes de
alta calidad. Los resultados de este proyecto dieron el
puntapié inicial de la Revista Geográfica que todavía hoy
perdura en su formato de Atlas. Tanto la Revista como el
Atlas dan cuenta de sus aptitudes y condiciones para
conducir equipos de investigación, los años setenta, ochenta
y noventa lo encontraron dirigiendo grupos, fueron las
décadas en que se dieron a conocer los cuatro volúmenes de
la Revista Geográfica y la primera época de los Atlas de
Chaco y de Corrientes. Nos dirigió, acompañó, formó y
aconsejó en variadas ocasiones y circunstancias, tantas que
resulta difícil hacer una síntesis. Esencialmente era una
persona que enseñaba, transmitía y conducía, en primer lugar
con el ejemplo cotidiano; también podía hacer observaciones
“al pasar” que entendíamos al momento dado que su sutiliza
para comentarlas calaban profundamente en nosotros; y,
claro, también, en las correcciones de los manuscritos que
le presentábamos.
Su labor como mentor de equipos y grupos de investigación no
impidió que también avanzara en producciones individuales.
La Revista Geográfica Nº 4, El Gran Chaco Argentino (1979),
mereció el premio Juan José Biedma de la Sociedad Argentina
de Estudios Geográficos en 1981. Artículos y colecciones se
sumaban de forma permanente a estas producciones de
envergadura. En 1982 defendió su tesis doctoral en la
Universidad Nacional de Cuyo y la trascendencia y calidad de
la misma le significaron su ingreso a la Academia Nacional
de Geografía en 1990. Años después, en 1995, la publicación
de su tesis doctoral sobre El clima de las planicies del
norte argentino, fue distinguida con el Premio Perito Moreno
también de la Sociedad Argentina de Estudios Geográficos.
El final del Siglo XX y los cambios institucionales
profundizaron, ahondaron y exhibieron su incesante
crecimiento como investigador. La editorial de la UNNE
cuenta en su catálogo de publicaciones con sus tres últimos
libros “Geografía
de
los Climas y de las Formaciones Vegetales”
(1996), “Los
regímenes hídricos de las formaciones vegetales: Aportes
para un modelo fitoclimático mundial"
(1999) y “Clima, Paisaje y Geografía” (2004).
De la misma manera que su imagen como docente nos
deslumbraba en sus clases, su conducta como investigador
también nos asombraba. Cada día de los años que me tocó
compartir con él en el Instituto de Geografía, e imagino que
los años que no compartí también, era el primero en llegar.
Antes de las 7 de la mañana ya estaba sentado en su mesa de
trabajo, sólo se levantaba un par de veces, una a calentar
el agua para el mate, la otra para conversar unos pocos
minutos en el espacio común que se compartía. Minutos antes
de las 12, invariablemente, se retiraba para almorzar y
mirar el “informativo” -le fascinaba estar bien informado- y
casi siempre se iba diciendo “ya es la hora en que el sol
la cresta dora". Antes de las 15 volvía al Instituto. La
siesta reparadora le permitía volver al trabajo otras cuatro
horas que, sumadas a las cinco que ya había cumplido en la
mañana, completaban nueve horas de diaria labor de
investigación. No recuerdo ausencia al trabajo. Admirable.
Conociendo a la persona
Fue mi profesor, mi director de beca, mi asesor y consejero
de la redacción de algunas partes de mi tesis doctoral. Lo
recuerdo infaltable e infatigable, siempre innovador y
creativo, la palabra justa, el consejo acertado. Imposible
describir con palabras esa personalidad ecuánime e
intachable, colmada de saberes académicos que se enriquecían
con sus saberes populares y viceversa. Una anécdota
permitirá conocerlo desde otra arista.
Yo
había regresado de España en diciembre de 2000 luego de
estar dos años afuera para cursar mi doctorado. Terminó el
año, llegó el 2001 y una mañana de mayo, le comento al
pasar, como tantas otras cosas que le comentaba, que ya
habían pasado cinco meses desde que volví, que no cobraba el
sueldo, que me estaba atrasando en muchas de mis
responsabilidades, y esa mañana hablamos de la demora en los
circuitos administrativos de la Facultad y de la UNNE, eso
fue todo. Al otro día, a la misma hora, cuando voy a
saludarlo, tenía preparado un sobre con una abultada suma de
dinero, me la entregó y me dijo “no me la rechace y me lo
devuelve cuando cobre, no hay apuro”. No pude emitir palabra
por la emoción que me significó ese gesto. Ese era él. Para
muestra de su calidad de persona esta anécdota es
suficiente.
En el año 2007 se cumplieron 40 años del Instituto de
Geografía y tuvimos oportunidad de homenajear al Dr.
Bruniard entregándole una placa en reconocimiento a su
trayectoria.
Fue un momento muy especial para todos. Éramos conscientes
que se trataba de sus últimos años en la Facultad. Sabíamos
que pronto tomaría la decisión de alejarse definitivamente
de la Institución a la que le brindó toda una vida de
vocación, esmero y compromiso. El departamento y el
instituto de Geografía fueron sus espacios naturales,
docente e investigador por esencia, pero también fue
consejero directivo y ocupó numerosos cargos de gestión
hasta llegar a ser decano.
El 1 de abril de 1960 el Dr. Bruniard había iniciado su
trayectoria en la Facultad de Humanidades, el 30 de abril
de 2010 fue su último día de trabajo. En mi condición de
Secretaria Académica, tuve que firmar la Resolución 496/10-D
a través de la cual aceptaba su renuncia y se le daba de
baja definitiva del plantel docente. Fue doloroso y triste
firmar esa Resolución, pero se me dibujó una sonrisa porque
la Facultad de Humanidades de la UNNE pudo contar con su
valiosa dedicación durante 50 años.
El
15 de noviembre con su desaparición física se cerró una
parte importante de la historia del Instituto de Geografía,
su paso no ha sido en vano, ni para la Institución ni para
ninguno de los que lo hemos conocido.
Gracias Profe.
Gracias Doctor. |