VULNERABILIDAD GLOBAL Y POBREZA

Consideraciones conceptuales  

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6. El papel de la Geografía en el estudio de la vulnerabilidad y los riesgos

 Después de numerosos años de investigaciones geográficas sobre los riesgos, se tienen una serie de interrogantes que no han encontrado respuesta. Estas preguntas conforman el núcleo de las actuales investigaciones sobre los riesgos y cada una de ellas está implícito el conocimiento de los procesos físicos y sociales, así como las variaciones espaciales y temporales en el proceso y en los resultados.

 La frecuencia y la magnitud de las catástrofes naturales han aumentado progresivamente en los últimos treinta años. Los países menos desarrollados sufrieron cerca del 97% de estas catástrofes, y corresponden al 99% de las muertes atribuidas a ellas. Si bien las estimaciones de mortandad y número de heridos a menudo son cuestionables, las pérdidas de vidas por accidentes naturales y sociales son enormes.

 En términos regionales, los riesgos naturales y sociales están presentes con mayor frecuencia en los países menos desarrollados, donde la creciente urbanización y el deterioro ambiental agudizan la vulnerabilidad de estas regiones al impacto de los mismos. Sabemos que la urbanización, la industrialización y la tecnología influyen en el incidencia de los riesgos, y vuelve al conjunto de los habitantes de las poblaciones aledañas más vulnerables. Las presiones demográficas, la pobreza y las relaciones de género influyen en la vulnerabilidad de determinados segmentos de la población, que se vuelven más susceptibles al impacto de las desastres cuando éstos ocurren. Estos factores son cruciales para comprender por qué algunos países, y ciertos sectores de sus poblaciones, se ven afectados desproporcionadamente por ellos.

 Hay una serie de problemas interrelacionados: en primer lugar y, ante todo, los riesgos han dejado de ser un simple hecho natural para convertirse en un fenómeno más complejo donde se observa una interacción de los sistemas naturales, sociales y tecnológicos. En segundo lugar, actualmente se concibe las respuestas a los riesgos como inscriptas en un medio social y ambiental más amplio, donde es cada vez más difícil distinguir entre los impactos de catástrofes o riesgos específicos y el contexto social o ambiental más amplio.

 La urbanización es uno de los procesos claves que influyen en la vulnerabilidad frente a los riesgos. La contaminación atmosférica, el daño de los productos químicos tóxicos y la mala calidad de las aguas son otros tantos factores que azotan a las ciudades. Los niños y los ancianos son más vulnerables a los episodios de contaminación atmosférica, ya sea en ciudades del mundo desarrollado o en los países menos desarrollados. Hay muchas otras tendencias sociales que influyen en los riesgos para ciertos lugares y para las personas, tendencias que requieren una investigación más detallada por parte de los geógrafos especializados.

 La reducción de los riesgos sólo se llevará a cabo mediante grandes cambios en la sociedad. Las soluciones (diques,  construcciones, políticas de  control, estudios de factibilidad) aportarán una mitigación a corto plazo, pero a la larga exacerbarán los peligros. Los países deben abordar, en primer lugar, el problema de por qué la gente vive en asentamientos peligrosos, cómo responden y se ajustan a los riesgos ambientales, y qué tipo de programas de mitigación son los más apropiados a nivel local y regional. Las estrategias de reducción de los riesgos ambientales y sociales variarán de una región a otra, dependiendo del espectro de riesgos que afectan a cada lugar. Los geógrafos son protagonistas clave y tienen mucho que contribuir al actual debate. Nuestra comprensión de los procesos físicos y las respuestas sociales nos brindan una perspectiva única para analizar la relación entre sociedad y naturaleza, y trabajar en aras de una mejor condición humana.

Si bien los riesgos captan nuestra atención de inmediato cuando ocurren, debemos ser cautelosos y entender que los peligros son parte de nuestra vida cotidiana. No sólo tenemos que planificar la respuesta ante los hechos  más violentos, sino también tomar precauciones frente a los riesgos que vivimos día a día.  Las aguas de mala calidad y la deficiente atención sanitaria matan a más personas en los países menos desarrollados que todas las catástrofes naturales juntas. Es evidente que el Decenio Internacional para la Reducción de los Riesgos Ambientales no se ha centrado en estos riesgos crónicos y cotidianos, que pueden ser más costosos para las sociedades a largo plazo en términos de vidas perdidas, heridos y de disminución de la productividad que los hechos periódicos de orden natural, sino que se ha introducido la perspectiva de "todos los riesgos" para entender la vulnerabilidad de las sociedades frente a los riesgos y peligros ambientales y sociales. Al proceder de este modo, se logrará mejorar la condición humana y se cumplirá con el objetivo más importante del decenio.

 A medida que repasamos la variedad de vulnerabilidades, nos sorprende la evidencia de lo poco que se avanza en la reducción de las mismas. Tanto en el dominio de las ciencias naturales que analiza la problemática de los desastres naturales, como las ciencias sociales que tratan los problemas relacionados con los riesgos de la población ante cualquier evento, existe una relación directa con las políticas gubernamentales que deberían  tomar las decisiones para mitigar los problemas. El apoyo que debe ofrecer la Geografía es la comprensión de cómo actuar sobre la vulnerabilidad para reducir las posibilidades de riesgos y desastres. Es una Geografía no limitada al análisis y diagnóstico de los riesgos sino que profundice las soluciones y desde la integración de los diferentes puntos de vista, plantee alternativas comprometidas con el desarrollo sostenible, en términos de diálogo social. Es decir abordar los problemas reales, adoptar el punto de vista más amplio, por encima de las fronteras disciplinares, sobre las grandes cuestiones actuales. En ese sentido, los riesgos van presentando nuevas formas y características, al mismo tiempo que el incremento de la vulnerabilidad de miles de personas que son arrojadas a la marginalidad.

 En este marco de cosas, la Geografía desempeña un papel central y las escalas son cruciales para entender la distribución, el impacto y la reducción de los riesgos. Ellas constituyen un parámetro importante en la detección y seguimiento del impacto y las consecuencias de los riesgos ambientales. El descubrimiento de nuevos riesgos y el redescubrimiento de otros antiguos con impactos más dispersos y acumulativos requieren la interpretación de los sistemas de tratamiento de los riesgos y peligros; sin embargo, la mayoría de los estudios sobre riesgos siguen siendo de casos localizados, de allí que la articulación entre procesos globales e impactos locales seguirá desafiando a la comunidad de estudiosos de los riesgos.


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Instituto de Geografía (IGUNNE). Facultad de Humanidades. UNNE. Resistencia, Chaco. Argentina