Marco y categorías
conceptuales
Los fenómenos que se manifiestan en el ambiente
son consecuencia de la interacción de variados elementos; por lo
tanto el análisis de los fenómenos espaciales debe ser abordados
incorporando diferentes miradas que permitan integrar en una
explicación inclusiva, de los roles que cumplen los elementos y
que hacen a la totalidad del fenómeno. Esta
interdisciplinariedad permite comprender procesos que analizados
desde enfoques parcelarios pasarían inadvertidos
(Barros y Nastri 1995,
Matteucci y Scheinsohn.
2004).
La capacidad de identificar en el análisis los
diferentes elementos que actúan y definen un fenómeno
territorial es concebir la realidad como una “...totalidad
constituida por partes interconexas entre sí”
(Vagaggini y Dematteis, 1977).
En estas partes que interactúan se incluye al
grupo humano, que como sociedad, es decir como grupo organizado,
toma decisiones sobre el ambiente y por lo tanto produce
el territorio que ocupa. Lo produce a través de las
transformaciones que realiza o, simplemente, a través de las
formas de uso del espacio la forma de transitarlo, e incluso
también desde la forma de concebirlo desde su esfera de
creencias. De este modo, estas transformaciones se amalgaman
componiendo un paisaje que identifica al territorio ocupado por
una sociedad. En términos de Criado Boado, este paisaje se
presenta como:
“...un producto socio-cultural creado por la
objetivación, sobre el medio y en términos espaciales, de la
acción social tanto de carácter material como imaginario.”
(Criado Boado, 1999:8).
Incorporar en nuestro trabajo el concepto de
“Humedal” nos permitió definir tres áreas consideradas claves a
nuestros objetivos. El concepto de humedal posee un doble
significado. Tradicionalmente se lo identifica con zonas planas
donde la capa freática se localiza cerca de la superficie por lo
cual se cubre de agua en forma permanente o intermitente,
saturando el suelo, dejándolo sin oxígeno y generando un
ecosistema híbrido entre los ecosistemas acuáticos y terrestres.
Este concepto fue revisado a comienzos de la década de 1970, a
partir de la “Convención
Relativa a los Humedales de Importancia
Internacional especialmente como Hábitat de Aves Acuáticas”,
conocida como Convención Ramsar,
en la cual se amplió el concepto de humedal, rescatando su
importancia para el conjunto de seres vivos que lo ocupa. De
este modo, el Humedal es:
“...una zona
de la superficie terrestre que está temporal ó permanentemente
inundada, regulada por factores climáticos y en constante
interrelación con los seres vivos que la habitan (...) las
extensiones de marismas, pantanos y turberas, o superficies
cubiertas de aguas, sean éstas de régimen natural o artificial,
permanentes o temporales, estancadas o corrientes, dulces,
salobres o saladas, incluidas las extensiones de agua marina
cuya profundidad en marea baja no exceda de seis metros".(Documento
Informativo Ramsar Nº 1, 1998: 1).
Como
importancia esencial de los humedales la Convención Ramsar
define:
“Los humedales figuran entre los ecosistemas más productivos de
la tierra y son fuentes de diversidad biológica, pues aportan el
agua y la productividad primaria de la que innumerables especies
vegetales y animales dependen para su supervivencia. Sustentan
elevadas concentraciones de aves, mamíferos, reptiles, anfibios,
peces y especies invertebradas. De las 20.000 especies de peces
que hay en el mundo, más del 40 por ciento vive en aguas dulces.
Los humedales son asimismo importantes lugares de almacenamiento
de material genético vegetal”.
(Documento Informativo Ramsar Nº 1, 1998:
2).
La
República Argentina aprobó la Convención Ramsar y la firmó como país
integrante en el año 1991, desde entonces a través de la
Dirección General de Asuntos Ambientales, declaró seis grandes
regiones de humedal en los cuales se realizan los estudios
pertinentes para conocer su situación, posibilidades de manejo,
etc.
Diversos autores interesados en el sector de la
llanura noreste de Mendoza han incorporado el concepto de
humedal en sus investigaciones destacando el rol que jugó y
juega como sostén esencial para la vida en la región (Prieto
2000, Sosa et al 1998, Chiavazza 2001, entre otros).
Si bien se identifica como Humedal de Guanacache
a todo el sistema lacunar ubicado en el límite entre las
provincias de Mendoza, San Juan y San Luis (Sosa et al 1998)
formado por lagunas menores, bañados y áreas inundadas por los
ríos Mendoza y San Juan, a los fines prácticos, en nuestro
trabajo elaboramos una subdivisión en tres ambientes
que reconocemos a partir de una carta histórica del año 1789, y
son hoy catalogados como ambientes de humedal (con mayor o menor
desarrollo e impacto):
1- Humedal
de lagunas de Guanacache: El de mayor relevancia por su valor
histórico, arqueológico y cultural para las comunidades humanas
locales. Ubicado en el norte de la provincia de Mendoza es
alimentado por las aguas del río Mendoza antes de cambiar su
curso hacia el este y está compuesto por un extenso complejo de
lagunas.
2- Humedal
de lagunas de San Miguel: Importante también por su valor
histórico y cultural, al igual que el humedal de lagunas de
Guanacache es un importante polo de asentamiento de comunidades
Huarpes. Compuesto principalmente por bañados y áreas inundadas,
se forma a partir de las aguas del río Mendoza cuando cambia su
curso hacia el este.
3- Humedal
de lagunas al sur de San Miguel (sector de Arroyito): Al igual
que los anteriores, importante polo de asentamiento humano.
Ubicado en el límite entre la provincia de Mendoza y San Luis,
formado por lagunas menores como la de las Quijadas, la de
Silverio, la de los Chomes, la del Salto, entre otras (Prieto
1982, Chiavazza y Prieto 2009).
En la figura 2 se observa la carta histórica y la
imagen satelital correspondiente al norte de Mendoza. En la
misma se señalan en color rojo los ambientes mencionados, en
ambos casos georeferenciados.
Figura 2. Mapa histórico e imagen satelital con
subdivisión de humedales
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