A mediados del siglo XX la población de la tierra fue
estimada en 2.500 millones de habitantes, de los cuales dos de
cada tres tenían problemas de pobreza extrema. No obstante los
esfuerzos realizados después de la Segunda Guerra Mundial por la
Organización de las Naciones Unidas, surgida en 1.945, a través
de la FAO, la OMS, UNICEF y otros organismos oficiales y
privados, nos encontramos en el año 2.000 con 6 mil millones de
habitantes de los cuales uno de cada seis no satisface sus
necesidades básicas, es decir que todavía hay alrededor de mil
millones de pobres absolutos. A pesar de las afirmaciones de que
en el fin del milenio estaríamos libres del hambre, ello no
ocurrió. Peor aun en algunos países la situación empeoro.
Millones de niños, ancianos, hombres y mujeres mueren por
falta de comida y las consecuentes enfermedades que hoy el mundo
esta en condiciones de resolver sin mayores esfuerzos.
En el año 2.000 se realizó una reunión convocada por las
Naciones Unidas a la que asistieron representantes de todos los
países. Dicha reunión se denomino Cumbre del Milenio, en ella se
trataron los grandes problemas que afectaban a la humanidad en
ese momento. Poco después surgen, a partir de los resultados de
la Cumbre, los Objetivos de Desarrollo del Milenio que es un con
conjunto de medidas que se propone acabar con el hambre y la
pobreza en el año 2.025, siendo 2.015 un objetivo intermedio,
que debía resolver el 50% de los grandes problemas: pobreza
extrema, hambre, salud, educación, mas otros como mortalidad
infantil y materna, sida, y la sustentabilidad del ambiente. Una
sociedad con pobres y hambrientos es una sociedad enferma, mas
aun, deteriorada. Es una sociedad que a pesar de la abundancia
de alimentos tiene mil millones de integrantes que no acceden a
ellos en cantidad y calidad. Si bien hay congéneres egoístas, es
posible implantar una mejor distribución de los recursos. Es
posible que los 22 países ricos aporten un 0,7% de su PNB por
unos anos para corregir los problemas estructurales que causan
la miseria en el mundo.
El hambre es
una enfermedad social que deja secuelas indelebles en el cuerpo
y en el alma de las personas que la padecen, pero es curable,
solo necesita el coraje y la decisión de los optimistas, de los
que creemos que se puede. Erradicada la pobreza todos nos
sentiremos mejor.
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